Breve historia de la Academia Nacional de Medicina
Lo que sigue es una síntesis de la trayectoria y actividades de la Academia Nacional de Medicina.
La información desarrollada se encuentra en la publicación:
Academia Nacional de Medicina
1976 – 27 de diciembre – 2016
CUARENTA AÑOS DE AVANCES Y REALIZACIONES
Antecedentes
Desde su fundación en 1724, hasta la séptima década del siglo XX, en Montevideo hubo seis intentos de creación de una Academia de Medicina.
El primero fue el del Doctor Miguel Gorman (1736- 1819) un médico irlandés muy competente formado en Reims y en París, que actuó en el reino de España. Primero lo hizo en Madrid, donde accedió a cargos públicos de responsabilidad y a un sitial de la Academia de Medicina. Y, desde 1777, actuó en Buenos Aires donde el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, no sólo le concedió la residencia definitiva en el Virreinato, sino que le nombró catedrático de Medicina y “Protomédico General y Alcalde Mayor de todas las facultades de Medicina, Cirugía, Pharmacia y Phlebología”.
Gorman no limitó sus iniciativas para mejorar la Medicina a Buenos Aires. A pesar de que Montevideo todavía era una pequeña ciudad amurallada con poco más de cinco mil habitantes, era la primera ciudad del Virreinato del Río de la Plata a la que llegaban los viajeros de Europa y por ello decidió fundar allí una Academia médica para que sirviera para “estímulo de los peritos, instrucción de los curanderos y expulsión de los inútiles” y de ese modo defendiera desde el punto de vista sanitario al Virreinato.
La Academia de Montevideo se instaló en los últimos días de 1783 o primeros de 1784, en presencia del Virrey Vértiz, pero el Virrey Nicolás Francisco Cristóbal del Campo que lo sustituyó unos meses después, obstaculizó o anuló todas las iniciativas de Gorman, entre ellas la recién nacida Academia de Medicina de Montevideo que, en consecuencia, tuvo una existencia efímera.
El siguiente intento recién tuvo lugar ciento treinta y un años después, luego que Uruguay logró su independencia, terminó con los incesantes conflictos político-militares del siglo XIX y vivía el período de paz que siguió a la revolución de 1904, un ciclo floreciente de la economía, y un proceso de consolidación de la democracia, institucionalización y fuerte apuesta a la educación. En 1915 el Dr. Américo Ricaldoni, Profesor de Neurología y Decano de la Facultad de Medicina de Montevideo, elevó un Proyecto de creación de una Academia de Medicina como dependencia la Facultad. No prosperó porque se consideró incompatible con la organización, gobierno y funciones de ambas entidades.
En 1936 durante la presidencia del Dr. Gabriel Terra hubo un nuevo intento, que las dificultades políticas del momento impidieron que concretar.
En 1958 el Dr. Camilo Fabini (1906-1990), destacado médico del tercio central del siglo XX, miembro muy activo del Sindicato Médico del Uruguay, Subsecretario y más tarde Ministro de Salud Pública y, finalmente, senador por varios períodos legislativos, presentó en su Cámara un proyecto de ley de creación de la “Academia Nacional de Ciencias Médicas”. Fue aprobado por el Senado y pasó a la Cámara de Diputados, en la que su trámite se detuvo.
En 1963 el Consejo Nacional de Gobierno presentó una iniciativa que coexistió con la precedente pero tampoco prosperó.
Proceso fundacional de la Academia Nacional de Medicina
A principios del año 1974, el Profesor Raúl F. Vaccarezza, Profesor Titular de la Cátedra de Tisioneumonología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y miembro de número de la Academia de Medicina de esa ciudad, sugirió a su amigo uruguayo el Profesor Fernando D. Gómez realizar gestiones para la creación en Montevideo de una Academia Nacional de Medicina, porque la consideraba una necesidad rioplatense. Este recibió la idea y realizó gestiones de las que no quedó registro.
El 15 de mayo de ese año, el Doctor Mario Arcos Pérez presentó en el Consejo de Estado que integraba, un Proyecto de Ley de creación de una Academia Nacional de Medicina, que fue aprobado por este el 27 de agosto, y promulgado como Ley 14.260 de creación de la Academia por el Poder Ejecutivo el 3 de setiembre.
Para la organización inicial de la Academia, la Ley dispuso crear una Comisión temporaria de cuatro miembros que se integró con el Dr. Ricardo Rímini, delegado de la Universidad de la República y Presidente nato con voto decisorio en caso de empate, el Profesor Ciro Jaumandreu, delegado de la Facultad de Medicina, el Profesor Emérito Fernando Herrera Ramos, delegado de la Asociación Médica del Uruguay y el Profesor Fernando Gómez delegado de los Profesores Eméritos de la Facultad de Medicina.
El 15 de julio de 1975 esta Comisión elevó al Ministerio de Educación y Cultura los nombres de siete candidatos a integrar la Academia, los Profesores Eméritos de la Facultad de Medicina José Luis Bado, José Estable, Frank Hughes, Eduardo Palma, Alfredo Ramón Guerra y Manuel Rodríguez López que fueron refrendados por este el 2 de setiembre. El 30 de abril de 1976 les dio posesión de sus sitiales, y les encomendó seleccionar trece candidatos adicionales para que la Academia tuviera los veinte miembros que la ley le marcaba como mínimo necesario para funcionar.
Se integró una Mesa Directiva provisoria, con Eduardo Palma (presidente) y José Estable (secretario), y se fueron integrando a la Academia figuras relevantes de la Medicina Uruguaya. Los Académicos José Estable y Manuel Rodríguez López, que se habían esforzado para acelerar los trámites de puesta en marcha de la Academia, fallecieron en forma inesperada.
Finalmente, el 27 de diciembre de 1976, tuvo lugar una solemne ceremonia pública y acto fundacional de la Academia Nacional de Medicina, en la que el Ministro de Educación y Cultura, Daniel Darracq, dio posesión de sus cargos a los primeros veinte miembros titulares o de número: Román Arana Iñiguez, Héctor Ardao, José Luis Bado, Roberto Caldeyro-Barcia, José Manuel Cerviño, Manlio Ferrari, Fernando D. Gómez, Fernando Herrera Ramos, Frank Hughes, Ciro Jaumandreu, Raúl Leborgne, Juan E Mackinnon, Eduardo Palma, Fortunato Ramírez, Alfredo Ramón Guerra, Pedro Regules, Ricardo Rímini, Raúl Rodríguez Barrios, Federico Salveraglio y Rodolfo V. Talice.
Desde entonces hasta la fecha la Academia extendió a treinta y cinco el número de sitiales de Académicos de número que están ocupados y ha nombrado Académicos Eméritos, Académicos Honorarios y Correspondientes estos dos últimos nacionales y extranjeros.
Actividades y realizaciones de la Academia desde su fundación.
Desde 1977, año de su puesta en marcha, hasta la fecha, la Academia tuvo un funcionamiento regular y continuado.
Dar sus primeros pasos le insumió los años 1977 y 1978 en los que redactó su marco normativo, solucionó las necesidades mínimas locativas financieras y de personal administrativo necesarias para funcionar, inició su estímulo al desarrollo local del conocimiento médico con la creación y primer llamado al Gran Premio Nacional de Medicina, creó una representación gráfica que la identifica, estableció relaciones con la Academia de Medicina de Buenos Aires, se integró a la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de Medicina, España y Portugal (ALANAM), y nombró su primer Consejo Directivo.
Desde 1978 a la fecha ha tenido una marcha continua, regular y ascendente en la que:
- ha desarrollado su estructura,
- ha incrementado su estímulo a la creación de nuevos conocimientos en Medicina mediante la creación de un Sistema de Premios,
- ha realizado actividades de divulgación mediante Presentaciones, Conferencias públicas, Coloquios, Simposios, Cursos de actualización, Jornadas, Comunicados, Declaraciones e Informes,
- ha realizado actividades para el fomento de la dignidad y la ética en el ejercicio profesional (Bioética, Bioderecho, Medicina Centrada en la persona),
- otorga auspicios,
- realiza publicaciones,
- está presente en los medios de comunicación y tiene una página web,
- ha tenido iniciativa en la creación del Colegio Médico del Uruguay, ha colaborados en su puesta en marcha y funciona armoniosamente con él habiendo obtenido logros conjuntos,
- participa activamente en lo relacionado con el Desarrollo Profesional Médico Continuo y la Recertificación o Reacreditación,
- tiene vínculos con las gremiales médicas (Sindicato Médico del Uruguay y Federación Médica del Interior) y con las sociedades científicas de especialidades médicas,
- realiza actividades de asesoría,
- hace aportes a la elaboración de leyes y reglamentos,
- apoya el desarrollo del Proyecto ECHO,
- participa en Programas de lucha contra el consumo problemático de alcohol, contra el tabaco y las drogas, en actividades de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (UNASEV) tendientes a elevar los niveles de Seguridad en el Tránsito, y en el Diálogo Social.
- Y, finalmente, mantiene relaciones con otras Academias Nacionales y realiza actividades con sus pares: la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de Medicina, España y Portugal (ALANAM), la Real Academia de Medicina y otras Academias de España
La trayectoria de la Academia Nacional de Medicina puede valorarse según dos dimensiones diferentes.
La primera es la dimensión individual de quienes en el pasado integraron la Academia y hoy, por justicia, merecen el recuerdo y el reconocimiento por su ejemplar racionalidad en la definición de objetivos, y por su tesón y perseverancia en el alcance de los mismos, venciendo con creatividad limitaciones y dificultades que a primera vista se les mostraban como insuperables.
La segunda es la dimensión institucional que muestran cómo, a partir de la nada, la Academia Nacional de Medicina progresivamente ha desarrollado actividades sustentables más numerosas y diversas, ha salido de sí misma, y se ha proyectado con aportes de significación en la sociedad local, en organizaciones nacionales relacionadas con la Medicina y en el medio académico internacional.
Esto le ha permitido que, en todos estos ambientes, en algo más de cuatro décadas, haya aprovechado el tiempo, haya realizado acciones que concluyeron en realizaciones, haya cumplido en forma adecuada con sus funciones, no duplicando las que realizan otras organizaciones médicas nacionales sino complementándolas ocupándose de aspectos que aquellas no abarcan o haciéndolo desde una perspectiva diferente, necesaria y útil.
Con ello además ha ganado visibilidad y hoy es merecidamente reconocida como un interlocutor legítimo y valioso y recibe expresiones de respeto y elogio por parte de las máximas Autoridades Nacionales, de instituciones locales relacionadas o no con la Medicina, y de las Academias Nacionales de Medicina de América Latina, España y Portugal.
La trayectoria y realizaciones de la Academia justifican la satisfacción y el sano orgullo de los Académicos de pertenecer a ella y les impulsa a continuar sosteniéndola y proyectándola hacia el futuro con el mismo empeño y provecho que en su momento exhibieron quienes les precedieron.
Y su conocimiento por parte de la población del país, le permite saber que cuenta con una institución honoraria, seria, valiosa y significativa, que lleva cuatro décadas de iniciativa y realización, desde el ángulo particular y único que le marca su Ley de Creación, de diversas actividades en relación con la Medicina que invariablemente han sido eficientes y han tenido impacto, lo que justifica plenamente su existencia, aún en un país pequeño como Uruguay.
En el presente, nada indica que su tradición de trabajo continuado, persistente y productivo vaya a debilitarse, por lo que cabe esperar que continúe y se robustezca en el futuro.