
Ciro Peluffo
Académico Ciro A. Peluffo
Fue Presidente de honor entre el 26 de julio de 2007 y su fallecimiento el 7 de julio de 2009.
Se transcribe el texto del discurso pronunciado por el Ac. Antonio Turnes en el homenaje tributado al Ac. Peluffo en la XXXIII Reunión Conjunta de las Academias de Medicina del Plata realizada en la ciudad de Buenos Aires el 18 de octubre de 2012.

Ciro Peluffo
Fue Presidente de honor entre el 26 de julio de 2007 y su fallecimiento el 7 de julio de 2009.
Se transcribe el texto del discurso pronunciado por el Ac. Antonio Turnes en el homenaje tributado al Ac. Peluffo en la XXXIII Reunión Conjunta de las Academias de Medicina del Plata realizada en la ciudad de Buenos Aires el 18 de octubre de 2012.
Académico Ciro A. Peluffo Berruti (1908-2009)
I
La Academia Nacional de Medicina viene a rendir homenaje a su primer Presidente de Honor, el Ac. Ciro A. Peluffo Berrutti. Motivo por el cual nos ha encargado dirigirles estos recuerdos.
II
Cuando él nació, hacía cuatro años había terminado la última Guerra Civil. Hijo de una familia numerosa, era el mayor de 5 hermanos, dos varones y tres mujeres. Su padre fue un destacado Químico-Farmacéutico, el Prof. Antonio Peluffo(1), que desempeñó la Dirección de Bromatología de la Intendencia Municipal de Montevideo y escribió muchos trabajos sobre el tema, aún pasados los 90 años de edad. Uno de ellos una semblanza de José de Arechavaleta y Balparda (1838-1912), ciudadano bilbaíno radicado en Montevideo, destacado naturalista, educacionista y nuestro primer bacteriólogo,(2)(3). Ciro Peluffo tenía raíces genovesas y en alguna pequeña parte ancestro indígena. Nació en Montevideo el 19 de abril de 1908, cuando todavía circulaba el tranvía de caballos, y presenció la aparición de los primeros tranvías eléctricos. Fue un auténtico hijo de la Escuela “Artigas”, el Liceo “Rodó” y el Instituto “Alfredo Vásquez Acevedo”, todos ellos establecimientos públicos; de la Facultad de Medicina en sus mejores tiempos, época que en Anatomía le exigían a cada estudiante presentar una tesis. Para lo que debió realizar numerosas autopsias en fetos, niños y adultos. Aprendería así la importancia del método científico. Por ese tiempo se iban levantando importantes construcciones: el Palacio Legislativo y el puente sobre el río Santa Lucía. Practicó deportes, entre los cuales el remo.
(1)SCARONE, Arturo: Uruguayos Contemporáneos. Nuevo Diccionario de Datos Biográficos y Bibliográficos. Casa A. Barreiro y Ramos S. A. – Montevideo, 1937, p.369-370. PELUFFO (Antonio). Químico-Farmacéutico, nacido en Montevideo el 8 de febrero de 1877, siendo sus padres don Antonio Peluffo y doña Teresa Seitun. Cursó estudios de farmacia en la Facultad de Medicina de Montevideo, graduándose de químico-farmacéutico en 1899. En concurso de oposición obtuvo la cátedra de Farmacia Química y Galénica (1900). Designado en 1907 Jefe del Laboratorio Químico Municipal de Montevideo, ha propiciado desde ese puesto la legislación vigente sobre higiene alimenticia, a cuyo estudio se ha dedicado especialmente. Fue Presidente del Centro Farmacéutico Uruguayo y ha intervenido en varios congresos nacionales e internacionales de química y farmacia. El 15 de octubre de 1926 fue designado para integrar el Consejo Directivo del Instituto de Química Industrial, cargo en el que cesó el 21 de mayo de 1931. Fue también Delegado de la Facultad de Química y Farmacia al Consejo Central Universitario. Ha dado a la publicidad los siguientes trabajos: “Investigación de materias colorantes”, 1901; “Análisis de pepsinas comerciales”, 1901; “La glucosa comercial”. Estudio en colaboración con el Prof. Giribaldo. 1906; “Composición e inspección de la leche de vaca en Montevideo”, con el mismo profesor, 1908; “Détérmination indirecte de l´extrait de lait de vache”, Idn. iden., 1909; “Adulteración del citrato de magnesia por el borato de soda”, 1901; “Análisis del agua del Río de la Plata”, en colaboración con el Prof. C. Negrotto, 1911; “Composición de los residuos domiciliarios de Montevideo”, 1911; “Composición normal de la leche destinada al consumo”, 1911; “Condiciones de pureza que deben exigirse al éter anestésico”, 1923; “Higiene de la leche destinada al consumo público”, 1923. Además de los trabajos citados anteriormente, aparecidos en tirajes separados, ha publicado en los “Anales de la Asociación de Farmacia y Química del Uruguay” los siguientes: “Necesidad de emplear compuestos órgano-minerales de composición definida en la profilaxis de las enfermedades infecciosas”; “Caracterización de los similares del ajenjo a los efectos de la ley que prohíbe su fabricación y venta”; “Condiciones de pureza que debe exigirse al éter anestésico”; “Proyecto de ley de vinos” (Presentado en colaboración con los profesores Coppetti [Víctor] y Giribaldo [Domingo]); “Higiene de la leche destinada al consumo público”. Fue fundador del Laboratorio Athena, hoy denominado Laboratorio “Laboratorio Athena – Dr. Q. F.: Antonio Peluffo S.A.” Ref.: http://www.athena.com.uy/sitio/Empresa.php (Consultada el 14.10.2012).
(2)PELUFFO, Antonio: José Arechavaleta (1838-1912). En Médicos Uruguayos Ejemplares, Tomo I, 1988, pp. 57-63.
(3)PELUFFO, Antonio: Arechavaleta (1838-1912) Conferencia de Don Antonio (Prof. Peluffo) en la Sesión del Martes 22 de Octubre de 1946 en el Rotary Club de Montevideo. Edición del Rotary Club de Montevideo, 1946
III
Ingresó a la Facultad de Medicina en 1928. Trabajó desde 1930 en el Laboratorio del Hospital Maciel, porque ya poseía sólidos conocimientos de Laboratorio Clínico (Clínica del Prof. Arturo Lussich) y con Julio C. García Otero. Luego formaría parte del viejo tronco de la Microbiología en el Instituto de Higiene Experimental, que dirigía Arnoldo Berta. De inicio estuvo junto a Rodolfo Tálice con quien hizo su primer trabajo de investigación científica en Parasitología, en sobre Balantidosis y enseguida con Estenio Hormaeche, su Maestro, con quien emprendería su compromiso de investigación y docencia con la Bacteriología. Como lo afirmó Peluffo, eran tiempos en que se consideraba a la Bacteriología como la Cenicienta de las materias básicas.
IV
Se inició en las disciplinas de la Microbiología en el viejo Instituto de Higiene Experimental, de Sarandí y Maciel, trasmitiéndonos un rico anecdotario sobre aquellos personajes míticos que poblaron la antigua Casa de los Ejercicios, fundada en 1799, donde en modestos laboratorios realizaban sus investigaciones desde 1895. Siendo el primero en Sudamérica, en la producción de sueros y vacunas. Junto a Hormaeche describió y clasificó numerosas especies de Enterobacterias, fundamentalmente de los géneros Salmonella y Shigella, estableciéndose firmemente, a nivel mundial, la “Doctrina de Montevideo”. Demostrando que las salmonelas de origen animal eran capaces de producir en los lactantes graves cuadros como septicemias y meningitis, a punto de partida de las enteritis infantiles. El Instituto de Higiene mudaría a su flamante local en 1940.
Hormaeche le hizo vivir, en su propio ejemplo de investigador, que el científico exponía su vida buscando una verdad, cuando estuvo a punto de morir por una infección con Brucella suis, en tiempos que se ignoraba la posibilidad y frecuencia del pasaje de las brucelas a través de la piel, aparentemente sana y se desconocían los riesgos de la manipulación de animales infectados. Época pre-antibiótica. Experimentar en el laboratorio con microorganismos, no era tarea sencilla o inocua. Estaba expuesta a graves riesgos.
Esas contribuciones e investigaciones, no eran meras especulaciones de laboratorio, sino que tenían inmediata aplicación clínica, particularmente en el campo de la Pediatría. Gracias a tales aportes las diarreas estivales y las intoxicaciones alimenticias pudieron ser mejor tratadas salvando miles de vidas de niños pequeños, que serían luego ciudadanos de provecho. Con marcada incidencia en la disminución de la Mortalidad Infantil en décadas sucesivas. Durante más de 50 años, cerca de un centenar de bacteriólogos, que luego pasarían a ser líderes en sus países, en toda América Latina, se formaron sólidamente en aquel Instituto de Higiene orientado por Hormaeche y Ciro Peluffo.
V
Enseguida de terminada la Segunda Guerra Mundial con una Beca del British Council, realizó estadía prolongada en Londres, destruida por los bombardeos, con un racionamiento feroz. Allí, como no pudo obtener cigarrillos, inició la costumbre de fumar pipa, cuyo tabaco no tenía restricciones, como una forma de disfrutar de la lectura y la reflexión, con su inteligencia inquieta que siempre le acompañó.
En 1953 fue Delegado a la Primera Conferencia Mundial de Enseñanza Médica, en Londres, en la Sede de la British Medical Association, consagrando de este modo un interés marcado por la pedagogía médica, otra de sus pasiones.
VI
En Brasil, Ciro Peluffo fue Jefe del Laboratorio Especial de Investigación Microbiológica, Instituto Butantan de Sao Paulo. Que constituye uno de los más prestigiosos lugares de investigación en Salud Pública del mundo, donde se produce el 93% de los sueros y vacunas (incluyendo los famosos sueros antiofídicos). Fundado por la Secretaría de Salud de Sao Paulo, en 1901, desarrolla múltiples actividades en el asesoramiento y suministro de seroterapias para enfermedades provocadas por microorganismos, animales ponzoñosos, así como la educación y la investigación científica en amplios campos.
VII
Jerarquizó el Laboratorio Clínico. Dirigió laboratorios, fuera del ámbito académico, tanto en el Centro Hospitalario Pereira Rossell, donde había conocido de joven al Maestro LUIS MORQUIO (1867-1935), que también cumplió 100 años en el año 2008, como en el de la Cooperativa Nacional de Productores de Leche (Conaprole), la principal industria láctea del Uruguay. Enseñó con diligencia y exigencia su materia, mostrando e inculcando destrezas y habilidades que los estudiantes incorporaban como una habilidad para toda la vida.
VIII
Fue un ser humano excepcional, amable y recto, que cultivó su magisterio con nobleza, sin soberbia, con generosidad para trasmitir conocimiento y estimular vocaciones sin esconder secretos. Como la inmensa mayoría de los médicos e investigadores uruguayos, vivió modestamente, sin preocuparse por hacer fortuna. Pero disfrutando intensamente de la vida, del hogar, de la naturaleza.
Enseñó a estudiar, descubrir, publicar, emplear las herramientas del conocimiento y el espíritu crítico. Hizo sencillo lo complejo, en aquellos cuadros intrincados para diferenciar los Gram Negativos a través de la modificación de los colores de los azúcares y la producción de gas. Ganó becas, premios, publicó cientos de trabajos científicos.
IX
Siempre atento a la evolución de las ideas y al avance de la ciencia, ejerció su condición de auténtico universitario con dignidad, integrando diversos órganos de gobierno. Ejerció funciones como Consejero en la Facultad de Medicina y en la Universidad de la República, poniendo de manifiesto su creatividad y profundidad de pensamiento.
En el Sindicato Médico del Uruguay fundó y presidió durante 17 años el Fondo de Solidaridad Social, junto a Ricardo Yannicelli y Aron Nowinski.
En la Cátedra formó equipos de investigadores y docentes que extendieron sus conocimientos a las áreas clínicas y permitieron grandes avances, salvando miles de vidas, sobre todo cuando se integraron con los centros de tratamiento intensivo. De esa estirpe salieron valores como Norris Surraco, Juan Carlos Bacigalupi, Jorge Assandri, Pedro Lorenzo Aleppo, Héctor Tosi y Maruja Hortal, su esposa, trabajando en las investigaciones virales. Tal vez su discípulo más destacado fue Carlos E. Hormaeche (1920-2005), hijo de su maestro Estenio, quien sería Profesor y Jefe de Departamento en las Universidades de Newcastle y Cambridge.
Desde 1958 fue Profesor Titular de Bacteriología y Virología de la Facultad de Medicina de Montevideo, de la que fue Profesor Emérito desde diciembre de 1987, además de Jefe del Centro Nacional de Salmonella
X
De sus actividades internacionales cabe destacar que fue:
- Miembro del Comité de Expertos de la OMS sobre Servicios de Laboratorios de Salud;
- Fellow del Guggenheim y British Council.
EN LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA.
El Académico Alfredo Navarro Lussich, en una memorable conferencia (4) ha expresado en una perfecta síntesis: “Con su espíritu la Academia asume la defensa tesonera de la ética en general y la médica en particular; los beneficios de la Medicina suministrados con igual calidad, dedicación y devoción a todos los habitantes del País; incita a culturizar; enaltece la libertad y preconiza el terminante destierro de todo propósito por politizar la ciencia, docencia y conciencia ajenas, no permitiendo violar los insustituibles principios morales, deontológicos y éticos, sustentos del entramado social.”
XI
Ciro Peluffo ha representado con todo vigor ese espíritu académico.
El Académico Roberto Quadrelli había tenido la intención de dirigirles la palabra en este homenaje, pero por motivos ajenos a su voluntad no ha podido estar presente. Por eso me permito tomar algunas de las palabras que él pronunció en el Homenaje que le tributara la Comisión de Salud de la Cámara de Representantes al cumplir el Centenario, el 8 de octubre de 2008 en el Palacio Legislativo uruguayo.(5) Allí, con la presencia lúcida y activa del Ac. Ciro A. Peluffo, él pronunció su emotivo y espontáneo discurso en un cálido acto.
Peluffo fue Miembro Fundador de la actual Academia, habiendo ingresado a la misma, apenas 10 meses después de la formal instalación de la Institución. De ahí en más, Peluffo se constituye en uno de sus realizadores más importantes, ocupando cargos vitales en todos los niveles de dirección. Para el que les habla, Peluffo es un hacedor vital en la consolidación de la actual Academia de Medicina.
Y esto lo entenderemos mejor, si realizamos un acotado recorrido histórico en el proceso fundacional de la Academia Nacional de Medicina, que abarca un período nada menor, de 193 años.
En aquel homenaje el Ac. Roberto Quadrelli recogía lo que habían sido los intentos, desde 1783, de instalar una Academia de Medicina en Montevideo bajo el Protomedicato del Dr. Miguel Gorman, y los sucesivos intentos, todos fracasados, hasta 1976. Y afirmaba entonces, que si hubieran contado con un Académico como Peluffo, seguramente se habría podido consolidar mucho antes.
(4)NAVARRO LUSSICH, Alfredo: Pasado, Presente y Futuro de la Academia Nacional de Medicina. Boletín de la Academia Nacional de Medicina del Uruguay, Vol XIV: 2; 1996, pp. 31-36.
(5)QUADRELLI, Roberto: Discurso en ocasión del Centenario del Ac. Ciro A. Peluffo, celebrado en el Palacio Legislativo el 8 de octubre de 2008. En: Boletín de la Academia Nacional de Medicina del Uruguay, Vol. XXV, 2008; pp. 15-23; y en https://anm.org.uy/documents/Boletin2008.pdf (Consultada el 08.10.2012).
Y esto lo entenderemos mejor, si realizamos un acotado recorrido histórico en el proceso fundacional de la Academia Nacional de Medicina, que abarca un período nada menor, de 193 años.
En aquel homenaje el Ac. Roberto Quadrelli recogía lo que habían sido los intentos, desde 1783, de instalar una Academia de Medicina en Montevideo bajo el Protomedicato del Dr. Miguel Gorman, y los sucesivos intentos, todos fracasados, hasta 1976. Y afirmaba entonces, que si hubieran contado con un Académico como Peluffo, seguramente se habría podido consolidar mucho antes.
Cuando la actual Academia, inició su organización el 27 de diciembre de 1976, había una norma que la creaba. Pero todo estaba por hacerse.
Había que establecer la reglamentación interna, régimen de trabajo, crear comisiones en variados temas, había que crear e ir perfeccionando el mecanismo de nombramiento de nuevos Académicos, manejar sus finanzas, realizar las conexiones con otros organismos y otras Academias nacionales y extranjeras, y otros aspectos cotidianos.
En todas y cada una de ellas estuvo presente y en primera línea Peluffo. Dedicó tiempo, tesón y capacidad a la Academia naciente como pocos. De los 36 años de existencia de la actual Academia, en 33 de ellos estuvo presente y trabajando por la misma el Ac. Peluffo.
Cuando pocos días antes había dado la bienvenida a tres nuevos Académicos, el Presidente Quadrelli reiteraba este concepto: “El sitial Académico no es cargo o función como muchos de los que habéis ocupado hasta ahora. No es mullida poltrona como recompensa para descansar luego de vuestra labor de toda una vida…”
Peluffo interpretó a cabalidad estas palabras en su larga estadía Académica.
- Ingresó como Académico titular el 15 de octubre de 1977;
- Presidió la Academia en el período 1986-1987 y actualmente sus colegas Académicos lo hemos nombrado Presidente de Honor, el 26 de julio de 2007. Es el Primer Presidente de Honor en la historia de la Academia.
- Desempeñó tareas de pro-tesorero en los años 1989-1990; y de tesorero en los años 1991-1992;
- Fue responsable de la comisión de becas, premios y concursos en un período no menor de 15 años;
- Fue uno de los artífices en la comunicación con las demás Academias de América Latina y delegado por varios períodos de nuestra Academia ante la Asociación Latinoamericana de Academias de Medicina, asistiendo a sus reuniones en alternadas ciudades de la región, incluyendo el encuentro de las respectivas Academias Nacionales con las Íbero-americanas. Téngase en cuenta que cada uno de estos eventos era precedido por la elección y elaboración de un tema puntual que exigía tiempo y dedicación.
- Participó activa y creativamente con el Ac. Guglielmone en la creación y secretariado de la Fundación de apoyo a la Academia.
XII
Su biblioteca, abundante en libros científicos, estaba plena de novelas policiales en inglés. Apreciaba el cine de calidad, que siguió disfrutando hasta el final de su vida con entusiasmo juvenil. Magnífico conferencista le motivaron al final de su vida, los temas vinculados con la superpoblación, ética y bioética ambiental y sobre todo el tema de las enfermedades emergentes y re-emergentes. Con una calidad en sus presentaciones que asombraba a sus oyentes. Por cuanto detrás del antiguo profesor e investigador microbiólogo, surgía un pensador médico y social de elevado talento.
XIII
Amó la tierra, plantó árboles, cortó leña, leyó con pasión omnívora, disfrutó de la vida ayudando a los demás, alumbrando los caminos. Más de cuarenta generaciones de médicos aprendimos con él los fundamentos de la Bacteriología, pero sobre todo la metodología científica y la epistemología, en su Cátedra.
XIV
Un hombre recto y justo, consagrado a la ciencia, que cultivó sin estridencias, con humildad y con humor.
Un auténtico maestro, exigente y sobrio, cordial y afectuoso. Un verdadero estímulo para todos. Ahora que pasó a la Eternidad, debemos agradecerle, una vez más, por sus enseñanzas y la riqueza de su ejemplo. Por eso celebramos con este tributo, haber conocido a un Académico, Presidente de la Academia y Presidente de Honor, que llevó una vida tan rica y vigorosa dedicada a sembrar, con ética inquebrantable, el conocimiento y el bien a manos llenas.